Hay veces que no me ha gustado este término ya que para algunos parece designar a un grupo de carcamales que un día fueron o creyeron ser algo pero que hoy venidos a menos solo cuentan historias de un pasado que anhelan y que ojalá nunca hubieran perdido.
Para mí no es así. Yo los veo como unos personajes que en su día pudieron ser muy grandes para alguna gente y que hoy, con el paso del tiempo, cuentan historia de las que todavía es posible aprender.
Todo esto viene a cuento de que hace poco estuve en un concierto de un grupo de los ochenta. El grupo en sí da igual, bien podría hablar de una banda de rock and roll cuyo líder sólo necesitaba un camión para ser feliz, o aquellos otros que vivieron en el límite del bien y del mal, o aquel otro que mientras caminaba a Soria nos hacía sentir ganas de bailar un cha-cha-cha.
La verdad es que recordando viejos conciertos se notaba el paso del tiempo. Es cierto quizás parecieran viejas glorias y debieran ya estar retirados, quizás pero… para mí no, para mi aun cumplen una labor con aquellos que un día fuimos sus seguidores y es que, el otro día, mientras oía a ese grupo, recordé mis años más jóvenes, aquellas juergas con los amigos esperando un amanecer que cada día parecía llegar más temprano, aquellas fiestas en el lugar de vacaciones que empezaban al ritmo de una buena música y terminaban en cualquier verbena donde poder disfrutar de la buena compañía…
Sí fueron muchos recuerdos de una juventud rebelde, de ropas que hoy duermen el sueño del olvido en el fondo de algún armario en el mejor de los casos o incluso ya dejaron de existir.
Además vi algo más que me llamó la atención. La gente que había allí era la misma que hace veinte años llenaba lugares por ver actuar a aquella banda pero… algo había cambiado. Nuestra ropa no era la misma, ni saltábamos al ritmo de la música, subidos a hombros solo pude ver varios niños pequeños cuando en otro tiempo era el amigo o en el mejor de los casos la amiga la que botaba sobre nuestros hombros al ritmo que marcaban, donde antes hubo una copa ahora estaba el carrito del pequeño y es que el tiempo pasa pero hubo algo que si sentí y fue el calor de aquellas noches interminables de conciertos hasta el amanecer rodeado de la gente, de mi gente.
Quizás todos nos volvamos unas viejas glorias con el paso del tiempo pero para mí ser una vieja gloria significa tener recuerdos cálidos que compartir con los amigos en cualquier noche de verano, al ritmo de una música que pretendía cambiar el mundo y hacer disfrutar a la vez.
El país te necesita, amor,
para arrancarte el corazón.
Su carne joven, puede ser de gran utilidad,
de combustible de la bien amada sociedad.
El país te necesita, amor,
y yo no sé decirte adiós.
Tengo el consuelo, puesto en que el siguiente seré yo.
Luciré bello, con mi piel de alfombra en un salón.
El país me necesita, amor.
Hace llamada a mi valor
Si no funciona, siempre se puede apelar a Dios.
Algo en su nombre, queda muy elevado y resultón.
El país te necesita, amor.
Y detrás pronto iré yo.
Y muchos otros, siempre en el nombre de la paz.
No es suficiente, hasta que dejemos de sangrar.