viernes, 21 de septiembre de 2007

Parece mentira



Parece mentira que aun no te traten como igual. Que os miren como personas mermadas en sus capacidades, personas que nunca estarán cien por cien integradas en esta sociedad.

Parece mentira, que aun hoy, te traten como alguien inferior, por una compasión mal entendida, que ninguno de vosotros pidió.

Parece mentira que se avance tan lentamente en vuestra integración y que aun hoy, incluso en la legislación seáis especiales.

Parece mentira que tenga que oír como sois usados para comparaciones en tono peyorativo mientras mi sangre arde por todo mi cuerpo y mis ojos lanzan miradas que podrían derretir el hielo.

Parece mentira que seamos tan pocos los que nos hemos dado cuenta que vuestras aptitudes y actitudes sociales son muchos mejores que las nuestras, pues siempre, conserváis vuestro propio código de valores que es infinitamente mejor que el nuestro.

Parece mentira que no sepan ver en vuestra mirada, la limpieza de vuestra alma que, esa si, os hace tan diferentes a nosotros.

Parecen mentira que no sepan ver en vuestra sonrisa la sinceridad que irradiáis y sobre todo la pureza que la hipocresía no fue capaz de horadar.

Parece mentira que haya tanta gente que aun no se de cuenta de todo lo que podéis enseñar, de todo lo que de vosotros se puede aprender, de todo lo que sois porque vosotros si sois lo que sois, nosotros solo somos lo que aparentamos ser.





"Poner trabas a su desarrollo es admitir nuestro miedo a que nos dejen en evidencia"

Plasoaris

viernes, 14 de septiembre de 2007

De niño a hombre y a niño otra vez

Él sigue ahí. Sigue su camino por esta vida. Quizás esté cansado o quizás no, quizás sienta miedo o quizás no, quizás sepa que está pasando o seguramente no. Tiene el mismo color de cara que siempre lo ha caracterizado; sus mejillas sonrosadas. No te priva de ninguna de sus sonrisas al cruzarse contigo y si estás de buen ver quizás te lleves hasta un buen piropo.

Él sigue ahí cada noche, sentado en su puerta, mirando a uno y otro lado y compartiendo charlas que hace tiempo para él se convirtieron en extrañas, pero a las que asiste con cara interesada.




Él sigue ahí, adorando a esa mujer que compartió toda la vida a su lado. Un amor adolescente que pasó a ser maduro, mayor, y que ahora intenta que no se escape entre sus manos, que no salga de sus recuerdos… eso no, lo demás se puede perder.

Él sigue ahí, viendo pasar sombras a las que no pone nombre, pero siempre sigue con la mirada mientras sonríe.

Él sigue ahí, pero a mi me duele el alma cuando le veo, pero tampoco puedo parar de sonreir. Probablemente vea una sombra del pasado en mí, quizás en algún momento brote el recuerdo en él de los muchos momentos que vivimos juntos o tal vez no. Pero… me da igual, su recuerdos están conmigo, yo los guardo, los retengo y les sonrío. Él mientras sigue ahí, viviendo una segunda niñez.

lunes, 10 de septiembre de 2007

La vuelta al ...

Ya faltan apenas unos días para la vuelta al cole de los niños y viendo las noticias he visto a un rubillo, con cara de no haber roto un plato en su vida, decir la tópica y típica frase de "pues yo quiero volver por ver a mi compañaros...".

Esta gran frase me ha hecho meditar. Los niños se pasan un verano de diversión, donde los días son distintos, donde la rutina deja paso a la imaginación de cada uno y donde los días parecen no tener fin. Pero, sin embargo... cuando llega el momento de volver a su rutina lo hacen tan tranquilamente, sin darle la mayor importancia y sobre todo sin ningún tráuma postvacacional.



La verdad es que a mi me ha pasado lo mismo, he terminado mis vacaciones y he vuelto a mi rutina diaria. He vuelto a ver a mis maravillosos compañeros de trabajo, sobre todo al típico imbécil que dice: "la verdaD es que ya se echaba de menos el trabajo... y... yo me pregunto ¿lo hace por agradar a alguien o es tonto de nacimiento? También me he cruzado con esa maravillosa persona que durante los próximos once meses solo tiene un próposito; fastidiarme por no decir algo más fuerte, sí también me he alegrado de volver a encontrarme con ese ci... ¡uy perdón! con mi jefe.

También para seguir mi rutina me he reencontrado con mi buzón y con todos esos amigos que se acuerdan de mí; mi amigo el de la luz, el del gas, el del agua, el del seguro y sobre todo mi gran amigo el del banco con el que, no solo me llevo muy bien sino que nuestra relación por lo menos, por lo menos, va a durar los próximos 30 años.

En fín, lo dicho, ese rubiales de la tele tiene razón, quien echa de menos la playa, esos espetitos recien hechos, el servicio de habitaciones del hotel, la morena que te cobra la hamaca de la playa, la terracita de la noche... buf ¡CUANTO ME ALEGRO DE LA VUELTA Y VOLVER A COMPARTIR MI VIDA CON VOSOTROS! JAJAJAJA.



Mira si será malo el trabajo, que deben pagarte para que lo hagas.

Facundo Cabral Cantautor argentino.