lunes, 29 de diciembre de 2008

PASA EL TIEMPO

Pues llega ya ese momento en que todo el mundo parece querer cambiar su vida. Los propósitos para el nuevo año se van agolpando; y mientras algunos se cumplirán, lo menos de ellos, otros muchos quedarán olvidados guardando polvo en un viejo cajón de la memoria donde permanecerán hasta que pasado un año algunos de ellos volvamos a desempolvarlos.

Y es que somos así. Nos gusta hacer balance, como decía mi amiga Ana en una de sus canciones, de lo buenos y lo malo. Todos los años igual. Para terminar pensando si ese año fue bueno o malo.


Mal balance, mejor no pensar como fue. Mejor no catalogarlo porque corremos el peligro de tener que arrancarlo del calendario de nuestra vida. Mejor pensar que lo vivimos. Que con sus buenos y sus malos momentos fuimos testigos de él. Que, aunque todo lo peor pudo pasarnos en un año concreto, quizás eso hizo posible tener años buenos y que no todos fueran mediocres.

Sí yo prefiero eso, tener años buenos o malos pero sin tonos grises, pero sobre todo quiero vivirlos y ser testigos de todos ellos hasta que un día el tiempo haya pasado tanto que yo no sea mas que ese granito de arena que le tocó caer hacia la parte de abajo.