Dicen que la experiencia es el cúmulo de vivencias y lo que somos capaces de aprender de ellas. A menudo hay momentos en la vida en que nos damos cuenta de que llevamos mucho tiempo haciendo lo mismo, que la rutina se ha apoderado de cada uno de nuestros actos, que cada acto de nuestra vida es gobernado por infinidad de circunstancias cuando en realidad, lo único que debería gobernar nuestro actos es nuestra propia voluntad.
Nosotros somos los únicos dueños de nuestros actos pero no es menos cierto que nuestras decisiones están condicionadas por todo lo que nos rodea. Nuestra situaciones personales, los problemas del trabajo, nuestros valores, nuestra necesidad de fallar o no a los demás, nuestros compromisos sociales… todo ello condiciona cualquiera de nuestras decisiones.
Llegan momentos en que necesitas parar, saber que quieres hacer en realidad, hacer un inventario de sentimientos y necesidades, de vivencias vividas o por vivir, de directrices para buscar ese sitio en este mundo que algunas veces parece que nunca encontraremos. Momentos en que nuestras baterías se encuentras al límite, en que el esfuerzo parece no tener recompensa y donde nos preguntamos si no estaremos malgastando nuestro tiempo.
Para mí es en esos momentos donde hay que tomar espacio, distancia y ver las cosas desde todos los puntos de vista posibles. Alejarse bien física o psicológicamente para poder ser objetivo, para poder encontrar la tranquilidad necesaria que haga posible que nos sintamos bien con nosotros mismos, que haga que le encontremos sentido a todos nuestros actos y encontremos un lugar… nuestro lugar… el lugar que queremos ocupar y si no es así, al menos, encontrar sentido al lugar o situación que nos ha tocado vivir.
No se cuanto tiempo te llevará encontrar tu lugar o sentirte bien contigo misma pero cada día te visitaré esperando tu regreso.