viernes, 24 de agosto de 2007

Invisibles

Hoy me he levantado con ganas de pasear. He salido y he caminado sin rumbo fijo, dejándome llevar por la gente, siguiendo ese torrente de figuras que deambulaban de un lado a otro. No llevaba nada de prisa, solo me apetecía mezclarme en esa riada de personas y pensamientos que inundan el centro de cualquier ciudad. Mirándolos intenté imaginarme que irían pensando, que historia podrían contar hoy que les hubiese pasado.

He encontrado al chaval que descargaba bultos de su furgoneta pensando que los demás estaban de vacaciones, la pareja que paseaba sin prisa mientras miraba escaparates y disfrutaban de su recién estrenada historia, el hombre que deambula sin rumbo pensando en las musarañas y con la vista perdida al frente, la señora con su carrito de la compra que va pensando que se le ha hecho tarde para hacer la comida, el joven estudiante con su carpeta que buscaba alternativas para no tener que abrirla, la pareja de policía que mira de un lado a otro sin saber muy bien que ve…

He visto muchas historias que pueden no ser reales pero que me han hecho arrancar una sonrisa. Pero ha sido deshaciendo el camino ya hecho cuando me he llevado una gran sorpresa. Al pasar por una calle peatonal he visto a alguien que antes me había pasado inadvertido. Estaba allí, sentado y apoyado contra una pared viendo pasar a la gente, mirando de soslayo alguna vez y otras de frente.

No tenía cara de pena sino más bien ojos de tristeza. He intentado mientras me acercaba a él imaginarme su historia pero me era difícil. Era como si mi cabeza no pudiera imaginar una historia para él. Como si mi cabeza estuviese condicionada por muchos tópicos que se debatían dentro de ella.

Me he sentado enfrente de él a unos metros. Le he observado. Alguien se ha acercado a él y ha soltado unas monedas en un viejo cuenco de madera. Su boca ha dibujado una sonrisa para su benefactor pero sus ojos seguían delatando tristeza y el hecho de bajar la cabeza vergüenza. He leído entonces un pequeño cartón que como única compañía compartía con él ese pequeño trozo de mundo que el había decidido coger para sí. En él contaba parte de su historia; cuatro niños sin futuro y un padre sin esperanza que sentado en cualquier calle de cualquier ciudad intenta olvidar quien un día fue y en que se ha convertido.

Durante unos minutos he pensado, probablemente, lo mismo que los que pasaban cerca de él. ¿Por qué no trabaja? A saber si es verdad lo de los hijos. Otro que pide para caer en las redes del gran Baco.

Pero luego también he pensado, ¿y si fuese verdad ese fragmento de su historia? ¿y si la vida le trató mal y terminó con su esperanza? ¿y si lo que me están diciendo sus ojos fuese sincero y en este momento solo sintiese tristeza y vergüenza?

Ha sido en ese momento cuando he sido consciente de su soledad. Ha pasado de no existir para el mundo a existir para mí. Era otra persona de las que conformaban el ambiente de aquella calle, era parte del mobiliario de cualquier calle de cualquier ciudad, pero ahora había dejado de ser invisible, ahora yo le había visto y había intentado jugar a adivinar su interior. Su historia puede que no sea verdad, pero… ¿y si lo fuera?


Me he levantado y el se ha quedado mirándome, me he acercado y él ha agachado la cabeza, le he dado unas monedas y me ha dado las gracias y en su boca se ha vuelto a dibujar esa sonrisa triste que a mí ya no puede engañarme.

No hay mayor dolor que recordar los tiempos felices desde la miseria

Dante Alighieri

8 comentarios:

El antifaz dijo...

Hola PLASOARIS. Imaginemos que es cierto que esta persona pide porque no le queda otro remedio, que pide para comer. Si imaginamos esto, podremos darle una historia ficticia en nuestra cabeza para que deje de ser invisible a nuestros ojos.
Gracias por pasar por mi blog. Yo también creo que el azar juega con nosotros. A veces, como ahora, salimos ganando gracia al azar.
Un abrazo. Seguiré por aquí.

Plasoaris dijo...

A veces no basta con dar por hecho la veracidad de la historia, incluso en esos momento es posible que la realidad supere con creces cualquier fantasía que nuestra imaginación sea capaz de crear.

Es cierto que el azar juega con nosotros pero en este caso no fue solo el azar. Vi tu antifaz y luego supe de ti, creemos tener amigos virtuales, pero al igual que entre realidad y ficción, la franja entre lo virtual y lo real es mínima. Mira tras tu antifaz quizás veas pasar tu voz sonámbula.
Un abrazo

El antifaz dijo...

Estoy muy de acuerdo en una cosa: la franja entre lo virtual y lo real es mínima. Sé de lo que hablo. (Mira mi primer post). Si veo la voz, a veces, incluso la oigo.
Gracias.
Nos hablamos pronto.

Belén dijo...

Te devuelvo la visita, y me encuentro con una historia bastante bonita por eso mismo, por su sencillez... es difícil transmitir tanto con tan poco, en serio...

Nos vemos :)

Besos!

Becaria dijo...

Pues aquí me encuentro....en tu pequeño rinconcito....y espero que me hagas un hueco en él......

Me ha encantado la historia.....y estoy de acuerdo con Belén que transmites mucho con un poco....

Seguiré visitándote.....

Un besitoooo....

Plasoaris dijo...

Belen: Gracias por visitarmen y gracias por tu comentario. Espero que no sea la última vez que te vea por mi pequeño riconcito.


Yeye: Bienvenida a ti también a mi pequeño rinconcito. Me alegro de que te haya gustado la historia y espero tu nueva visita. Un saludo

Anónimo dijo...

Hoy me he levantado, sin ojos y sin ganas, hoy he caminado, sin piernas y sin ansias, hoy he llegado hasta aqui, igual que un sonambulo, hoy me apetecia decir,
a quien desconozco, hoy, solo hoy.
saludos

Plasoaris dijo...

Abstractos: se agradece tu comentario y si, en alguna otra ocasion, tu espiritu te trae aqui, seras bienvenido en este pequeño rinconcito.